Este artículo fue publicado originalmente el 19 de noviembre de 2015 en Las Horas Perdidas
En enero de este año se estrenó en Estados Unidos, de manera francamente limitada, Akounak, descrita por sus responsables como la primera película de ficción en idioma tuareg. Originalmente se llamaba Akounak Tedalat Taha Tazoughai, pero finalmente se va a estrenar con el nombre de Akounak, lo que por desgracia va a eliminar la mayor parte del contenido de su título original, que se puede traducir como “La lluvia color azul con un poco de rojo”. En el tamashek, el idioma tuareg (un grupo bereber seminómada del norte de África), no existe la palabra “púrpura”.
Akounak es el remake de Purple Rain.
La película, dirigida por Christopher Kirkley y rodada en la ciudad de Agadez, en Níger, es la historia de un joven guitarrista que intenta sobreponerse a todas las adversidades para triunfar en el mundo de la música, armado con su instrumento musical y con su motocicleta. A partir de ahí, acaban buena parte de los parecidos con la película original protagonizada por Prince, dado que “los actores modificaban constantemente sus líneas y cambiaban la ambientación para crear algo más ajustado, más cultural y personalmente apropiado”, en palabras de su director.

Christopher Kirkley es un etnomusicólogo nacido en Portland que tuvo la idea de realizar este remake durante su estancia en Mauritania y comenzó los preparativos de la película en 2013 con el objetivo de aprovechar la temática guitarrera de la película de Prince para acercar al gran público el género del “desert blues” que han protagonizado grupos malienses como Tinariwen.
“Hay un montón de guitarristas tuareg, pero muchos de ellos no componen sus propias canciones, así que necesitábamos un verdadero músico, alguien parecido a Prince”, explicó a The Atlantic. Lo encontró finalmente en la figura de Mdou Moctar, a la postre protagonista de la película. Una vez hallado, Kirkley rodó Akounak con un presupuesto prácticamente nulo durante nueve días junto al cineasta francés Jerome Fino, que sirvió de director de fotografía. Originalmente tenía previsto estrenar la película seis meses después del rodaje, pero se dió cuenta de que el material rodado se merecía mucho más trabajo de postproducción.
Kirkley completó rodaje y postproducción a través de una campaña en Kickstarter por la que recaudó 17.000 dólares que han servido para pagar corrección de color, mezcla de audio y grabación de nuevas versiones, más pulidas, de las canciones que aparecen en la película. “Lo que se convirtió en un proyecto experimental se transformó en algo que fue mucho más allá de nuestras expectativas”, indicó el director en su blog / sello discográfico Sahel Sounds.
La película pretende explorar igualmente la forma en la que se difunde la música tuareg: a través de teléfonos móviles y rara vez sin el nombre del autor — lo que dificulta en gran medida el camino del protagonista de Akounak — “A veces me encuentro con etiquetas identificadoras ‘id3’ en los archivos mp3 (…) pero la gente que se dedica a la difusión de esta música, propietarios de tiendas de descargas por Internet y venta de teléfonos móviles, suelen borrar los datos y ponen el nombre de su negocio”, explica Kirkley en una entrevista a Ethnomusicology.
“Los discos duros siguen siendo extremadamente caros aquí. Conozco a un chaval de Níger que tiene toneladas de ellos con música y vídeo, y espero que llegue un día en el que se almacene con un sentido documentalista. Ahora mismo la gente guarda música por el mero hecho de tenerla, pero espero que, dentro de 50 años y cuando Níger realmente se haya puesto las pilas, este material se convierta en el equivalente de nuestra Biblioteca del Congreso”, concluye.