Una colección con más de 600 dibujos de niños españoles refugiados y desplazados internos de la Guerra Civil, cortesía de la Junta Española de Educación y el Instituto Carnegie de España (via Flashbak)
Residencia Infantil No 1, Onteniente. Juan José Martinez 15 añosAngeles Arnáíz, 14 años, Colonia Infantil de Bayona (Francia)«Un bombardeo aéreo de las calles de Madrid» José Bernabe, 11 años, Centro Español de Perpignan (Francia)
¿Fans de los extras de las películas en DVD/Bluray? Say no more. Toneladas de ellos en este canal de YouTube. Ej: Tres horas, TRES, de la adaptación al cine de Una Serie de Catastróficas Desdichas. Pinchad en la imagen para verlo en YT, porque este puñetero canal me carga fatal.
(O el making de Russian Ark, la película de Alexander Sokurov rodada en un solo plano secuencia en el Museo del Hermitage. Mismo procedimiento)
Daria, la serie mítica de la MTV, restaurada con la música original: es The Daria Restoration Project (MEGA, 33.29 GB, 65 episodios, 2 películas, Full HD) (via)
Documerica: una macrocolección de imágenes de EEUU, sus ciudades y el medio ambiente durante la década de los 70, recopilada por los Archivos Nacionales de Estados Unidos . Aquí, el resto.
Cómo restaurar una película animada de 100 años de antigüedad
Hablando de animación, bastante concept art de Alex Niño para Mulan, de Disney. La del 98, por si había que precisar más.
Aquí uno de mis anuncios favoritos de siempre. Aquí su historia. Aquí la canción.
Volkswagen Cabrio “Milky Way” (2000) – Dir: Jonathan Dayton & Valerie Faris | DP: Lance Accord
«We can intuit from this that Nikolai: Was an expert thief , a «Prince of Thieves», was a killer, served three prison terms, was a high-ranking gang member who was a murderer, possibly celebrated a teenage birthday in prison, possibly had a drug addiction, was a thief from his early days, is now a “thief-in-law”, an alpha dog of the underworld, now bows to no one, was in a prison in St. Petersburg, (and) in a prison in the north, where the strictest prisons are located for the most notorious murderers and thieves» – Un estudio de todos los tatuajes de Viggo Mortensen en Promesas del Este.
«Badalamenti’s MIDI notation for «Laura Palmer’s Theme» looked just like Twin Peaks» (via)
Una colección de fotos restauradas del viaje del Apolo 17 a la Luna (via)
Un grupo de héroes actualiza anualmente el Sensible World of Soccer (estadios, plantillas, soporte HD, comentarios, etc…). Hace falta el juego original (en Archive.org).
Ese muro de contención Tchouaméni-Valverde habría venido bien contra el City, Carlo. CARLO.
Setenta años de cine y de vida de nuestra protagonista, contados en cinco historias no lineales, a veces codo con codo, a veces contenidas entre ellas, comunicadas en cinco estilos distintos, configuradas a medio camino entre el azar y la decisión del jugador. Del espectador. De ambas cosas. Podéis tener suerte y llegar de manera relativamente orgánica al clip que lo resuelve todo, podéis encontrároslo de bruces y veros obligados a retroceder para rellenar los huecos, podéis no encontrarlo nunca. Immortality asume la idea de que cualquier relato es frágil, incompleto, elusivo, decepcionante, frustrante y nunca terminarás de conocerlo en absoluto. Immortality está dispuesto a pagar el precio de su mecanismo: emocionalmente, puede ser muy, muy, muy distante. Buscad, leed y si os atrae — las pelotas como campanas de atreverse con Powell y Pressburger ya vale tres pavos de los 20 que cuesta — pilladlo. PC (GOG, Steam) |Xbox | iOS | Netflix
Bonus: Entrevista en YouTube con su director, Sam Barlow, cortesía de No Clip.
Ah, Elden Ring finiquitado. 230 horas. Sin convocatorias, sin aliados, sin magias. Solo yo, el Colmillo del Sabueso, y mi inutilidad absoluta. Enamorado absolutamente de la mayor parte de este juego, uno que dedica muchísimo tiempo a premiar, en lugar de mi cabezonería, mi curiosidad, y que recompensa a partes iguales la perseverancia y la exploración, por mucho que la posibilidad de llegar a cualquier parte de este mundo abierto reste el misterio que escondían en sus juegos previos aquellos fondos sin fin que nunca podíamos alcanzar. Es una lástima que las tres áreas finales manden un poco a la mierda esa premisa y devuelvan el juego a sus bases históricas. Elimina tu gran herramienta de exploración (el caballo) y comienza a introducir jefes por aplastamiento. Volvemos a apretar los dientes y a morir en la orilla. Ha quedado más ofensivo de lo que realmente es: honestamente, no puedo culpar a un grupo de desarrolladores por haber estirado sus límites durante un considerable periodo de tiempo para acabar rematando la faena regresando a lo que mejor saben. Muy, muy, muy bien. Y agotador. No sé cuántos de estos me quedan ya en la recámara. Mi corazón tiene un límite.
AfroSenju XL, perdiendo la chaveta por completo. Este es el segundo vídeo de cuatro.
(Anexo: Malenia, Blade of Miquella, and she’s never known defeat: cuatro días de partidas, 23 horas de tiempo de juego, ciento cincuenta lágrimas. En esas 23 horas hay dos en particular, a medio camino, en las que empiezas a sentir que estás a punto de inclinar la balanza a tu favor, te relajas, y ganas la suficiente presencia mental para darte cuenta de llevas diez minutos de combate sin tregua, cruzando espadazos, huyendo como una perra, entrando a saco, retrocediendo de nuevo para volver a rodearos antes de volver a embestir. Es un baile y es el momento culminante de este juegarral. Si entra alguien en la habitación y me ve en ese momento, se cree que que está ante un semidios pegado a un mando, uno de las grandes virtudes de estos juegos que rara vez he leído abiertamente de un tiempo a esta parte. Te hacen creer que eres la hostia. Y el diseño es espectacular. Me hecho una camiseta de esta tía).
Podcasts. Primero, ficción, con una clara inclinación hacia la sci-fi / terror: Wolf 359, The Magnus Archives, I Am in Eskew, Wooden Overcoats, Imaginary Advice, Dust. Fans de Marvel/DC: están haciendo cosas chulísimas en este ámbito con la ayuda de impresionantes repartos de voces. Ejemplos: Batman Unburied (Winston Duke como Batman es una pasada, más Gina Rodriguez, Jason Isaacs, Lance Reddick, Sam Witwer y John Rhys-Davies y Marvel’s Wastelanders (una saga de seis series con Timothy Busfield, Susan Sarandon, Dylan Baker, Chris Eliott, Stephen Lang, Vanessa Williams, Sasha Lane, Michael Imperioli, Justin Kirk, Robert Patrick como Lobezno en particular y John Hawkes). Por la parte de entrevistas, y concretamente centrados en el mundo del cine y la TV: Inside of You, con Michael Rosenbaum (el Lex Luthor de Smallville), Life is Short, con Justin Long y Dead Eyes, con Connor Ratliff.
William Fichtner y Kim Coates, tesoros nacionales (¡han hecho una peli juntos!).
Mi película favorita de los últimos 12 meses comenzó a gestarse en 1990. Y Tár debería haber ganado el Oscar, imho.
*La mejor película de terror en plan Scream que he visto… desde Scream. No tanto por el guion de Williamson, sino por tratarse de, como lo hizo en su día Wes Craven, una lección de cómo mover una cámara, cortesía de John Hyams y su equipo.
** La escena más divertida que he visto desde el último post involucra a Jon Hamm y a Annie Mumolo. La segunda involucra a Kyle MacLachlan bailando bakalao. Perdón. EDM.
**(¿Dudáis con Skinamarink? Va una ayuda con Heck, corto previo de su director, Kyle Edward Ball. Media horita, mismos fundamentos)
Series: Probablemente entre Barry y Makanai, La Cocinera de las Maiko, anda la cosa. No me olvido de Corea del Sur: escribo esto con Black Knight a medias, donde se les ha ocurrido juntar Death Stranding con Mad Max a ver qué pasa. Y pasa), ni de Succession — gracias de corazón por no estirarse, porque de un tiempo a esta parte ya estaba comenzando a quemarse en su propio jugo, y por clavar el final –, ni de Pen15, ni de Kamen Rider: Black Sun, ni de Sherwood, ni de Inseparables, ni de Rabbit Hole — un placer ver a Kiefer Sutherland sacando a relucir su sentido del humor, y pareja dinamita con Charles Dance — ni de Copenhague Cowboys. Ni de la gozada que ha sido volver a ver una mítica de mi infancia como era China Beach o entrar de cabeza por tercera vez a ver Mad Men, las dos últimas con una lesión de rodilla encima, absurdo esto.
Una playlist en Spotify de la mayor parte de las canciones de la serie. Casi 200, incluida la del título: Reflections, de Diana Ross.
Pero al final son Barry (HBO. O Max. O lo que sea) y Makanai (Netflix). Por muchos motivos que tenía escritos pero que se pueden resumir brevemente de esta forma. La primera intenta ser mil cosas, aunque mis momentos favoritos llegan en torno al final de la tercera temporada, cuando se convierte en una mezcla de terror casi, casi, sobrenatural y drama postbélico sobre la naturaleza del Mal, mientras que la segunda cae por su propio peso desde el minuto uno, y podría durar una temporada, como podría durar mil, de lo plácida (y absolutamente compasiva) que resulta. La dos están en las absolutas antípodas, estética y moralmente. Las dos me funcionan. El escenario televisivo cubre ahora un espectro más amplio que nunca. La solución es buscar más, buscar mejor, y encontrarás lo que necesitas o, mejor aún, lo que no sabías que necesitabas.
No queréis saber lo que están mirando. De verdad que no.
Esta última idea rebosa optimismo y augura un futuro todavía más prometedor, si bien queda un poco enturbiada por el nimio detalle de que las 11.500 personas afiliadas al gremio de guionistas de Estados Unidos (el WGA) se encuentran ahora mismo en su quinta semana de huelga debido, a muy grandes rasgos, a que a la dirección del sistema de contenidos audiovisuales existente desde la incorporación de las grandes tecnológicas al negocio ha terminado por exacerbar las características más nocivas de sus predecesores y, si antes eran dos, ahora les importan tres cojones sus escritores, tres cojones sus actores, tres cojones sus directores, tres cojones los equipos y tres cojones tú — tú quizás un poco menos, porque vas a pagar tu cuota y, casi más importante, a retuitear a Jenna Ortega haciendo el canelo en Wednesday hasta que te hagas un esguince en el dedo de tanto hacer clic –. Josef Adalian y Lane Brown han sacado esta semana un apocalíptico compendio de decenas de entrevistas a profesionales de la industria que describen un escenario de ruina económica latente que va a estallar en el momento en que alguien se atreva a mirar los libros de cuentas, infectado por la profusión de «creadores» sin el menor conocimiento del flujo real de trabajo que comporta una producción, marinado en un caldo de inseguridad comparable a la criptomoneda en términos estructurales, o así lo entiende Steven Soderbergh, y culturalmente dirigido a la polarización entre series de prestigio y mierda más peligrosa que el grafito de un reactor. Ejecutivos e intermediarios contrarios a las razones de la huelga (estos últimos agentes) esgrimen que «el modelo actual ha cambiado» (por ciencia infusa, como si no lo hubieran cambiado ellos) y describen a los huelguistas como unos inadaptados incapaces de comprender que resultan beneficiados por un sistema de «riesgo cero» propuesto desde arriba, y en el que cobras un fijo por tu trabajo y por tus ideas, a cambio de despedirte de tu porción correspondiente sobre sus beneficios a medio-largo plazo porque total 50 pavos al mes no cambian la vida a nadie cuando lo mismo te pagan la factura mensual de la luz. Tomáos estos comentarios como queráis, pero si hay un texto, uno, inapelable para explicar por qué está sucediendo esto, es la tabla de propuestas y contrapropuestas publicada por el WGA como justificación para la declaración de la huelga. Os ofrecería el acta de negociación correspondiente de la otra parte, la Alianza de Productores de Cine y Televisión (AMPTP), pero no lo han publicado. La última actualización de sus comunicados data de 2017. Han descartado sumariamente la petición de la WGA para que les presenten los datos de visualizaciones. Porque esto de la transparencia se la suda.
(También ronda un principio de acuerdo entre la AMPTP y el gremio de directores, el DGA. Parece que han pasado por el aro y están a punto de votar su aprobación final, si no lo han hecho ya. El empleo de los directores, inmediatos beneficiados de la presión efectuada por los huelguistas, como cuña de fragmentación es una táctica a la que ya recurrió la AMPTP en 2017. Más allá de la erosión a nivel de relaciones personales entre directores y guionistas que provocan esta clase de comportamientos, algunos integrantes del DGA han visto las orejas al lobo conscientes de que en último término pueden ser tan prescindibles como sus compañeros, y se han negado a firmar por motivos objetivos: Steven DeKnight expone claramente sus razones en este hilo)
Let's start with the wages and benefits. 5% increase in the 1st year, 4% 2nd year, 3.5% 3rd year. Sounds pretty good until you realize that according to multiple sources the US inflation rate will be approx. between 2.5 and 3% per year. https://t.co/EPDDUruvjr
* Volviendo al tema inicial, bastantes esperanzas depositadas en los retornos de The Lazarus Project y Outer Range, pero ya me he llevado chascos con las segundas de From y Yellowjackets. Así que cautela.
Libros: Poquísimo, pero poquísimo de ficción, algo a subsanar inmediatamente en los próximos meses. Eso sí, tenía que caer Heat 2, superamena. Por encima de todo, es una especie de vista panorámica conceptual de la carrera de acción de Michael Mann, desde el policíaco sucio de Ladrón hasta el exotismo de Corrupción en Miami pasando por la devoción por la tecnología que vimos en Blackhat. Y muy elegante a la hora de atar los cabos: el villano de la historia sirve como eje de la parte precuela y la parte secuela, esta última muy centrada en Shiherlis y en sus locas, locas aventuras como contratista de seguridad en Paraguay. Vulture hace aquí un repaso más pormenorizado, con ligeros spoilers, si queréis saber más.
Más libros: A People’s History of the French Revolution, de Eric Hazan; An Inmense World, de Ed Yong; Valis, de Philip K. Dick; Chip War, de Chris Miller, Open, de Andre Agassi y J.R. Moehringer, Trampling out the Vintage: Cesar Chavez and the Two Souls of the United Farm Workers, de Frank Bardacke; El Cero y el Infinito, de Arthur Koestler, How Music Works, de David Byrne, The Wager, de David Grann; Infinite Powers, de Steven Strogatz, The Tao of Physics, de Fritjof Capra.
(Dos de cine: Walking with Ghosts, las preciosas memorias del gran Gabriel Byrne, y Blade Runners, Deer Hunters and Blowing the Bloody Doors Off, del productor Michael Deeley. No duda en meterse a fondo en el tajo que comporta financiar una peli, cree que Blade Runner es la mejor película que ha producido jamás y todo lo que ha dicho alguna vez Michael Cimino sobre El Cazador es mentira: «embustero patológico» es la descripción más amable que le dedica Deeley en todo el libro. «A día de hoy, lo único que me repatea de ver mi Oscar es que también lleva grabado el nombre de ese individuo».
Comics: Enganchado a Immortal Sergeant: Policiaco de colegas entre padre detective e hijo diseñador de Tamagotchis, con la fricción de que el padre queda un poco a la derecha de Alfredo Landa en Lleno,Por Favor (que su ex mujer haya salido del armario y viva con una hippie no ayuda) y el hijo es un soy boy de aúpa en crisis de la mediana edad / traumatizado por este elemento (Daniel Radcliffe MATARÍA en este papel), ambos a la caza y captura del asesino de una niña, bajando la frontera con México. Es una premisa gruesa como ancho es el Sáhara pero esto viene de la mano de Joe Kelly y Ken Niimura (I Kill Giants), así que tiene momentos bastante tiernos salpicados sobre una base de racismo casual y homofobia galopante.
Más: Do a Powerbomb, de Daniel Warren Johnson y Mike Spicer; Temudjin de Antoine Ozanam y Antoine Carrion, Moonshadow, de J.M. DeMatteis y Jon J. Muth, Catwoman: Lonely City, de Cliff Chiang, You Should Have Killed Me When You Had the Chance, de Kyle Baker; Mind MGMT, de Matt Kindt; Boxers & Saints, de Gene Luen Yang y It’s Lonely at the Center of the Earth, de Zoe Thorogood.
Hará como un par de semanas recibí un correo de WordPress en el que se me informaba sin vaselina de que he pagado 96 pavos por mantener abierto este blog un año más, casi exactamente el mismo tiempo que llevaba sin escribir aquí. Me quedé bastante ojiplático, no por la factura en sí, sino por lo mucho que me había olvidado de que existía esta página. Nunca concebí MHQLH como un proyecto a largo plazo, sino más bien como un repositorio de artículos antiguos que escribí en Las Horas Perdidas, salpicados de enlaces y temas extracinematográficos, y como un amortiguador de la breve agonía y parón en seco que fue el cierre de la web. Una tercera parte de almacén de reserva semiprescindible– dado que los artículos originales siguen en la web –, una tercera parte de experimento, una tercera parte de metadona. En retrospectiva, creo que cumplió bastante bien todos estos propósitos. Así que despedida y cierre. Hasta que 96 pavos, doce meses de prórroga. Suficiente dinero como para sacarle un poco más de partido. Eso o darme cabezazos contra la pared, por horrible gestor de mi patrimonio personal, por llamarlo de alguna forma.
Así pues, qué hay aquí. Algo de mí, algo de películas, algo de televisión, algo de música, algo de cómics, algo de juegos algo de libros. No tengo Twitter activo ni red social alguna, ni tampoco mucho interés en promocionar este post, por muy antiintuitivo que pudiera parecer. Lo hago simplemente por una mera cuestión de rendimiento — y un poquito por la curiosidad de saber qué impacto tiene realmente WordPress como plataforma de difusión, dada como es a post largos (como va a ser este, voy a avisando) y alejada de la inmediatez predominante.
Yo estoy bien. Trabajo, salud, amigos, familia: todo check. Canto en los dientes. No creo en el karma, pero si 2022 termina con una lluvia de pianos sobre mi cabeza cambiaré de opinión. Yo estoy bien y espero que vosotros lo estéis, y simplemente terminar esta introducción diciendo que si en un momento dado experimentáis brotes agudos de urticaria, mareos, gases, diarreas o sensación de congestión y ahogo esporádicos de manera simultánea quizás está relacionado con la presencia de este pequeño cabrón y convendría un chute nuclear de antibióticos inmediatamente porque no, esto no ha sido «una indigestión del jamón york éste que me comí raro y se pasa en dos días». Creedme.
PELÍCULAS
Una por encima de todas y su nombre es una auténtica bocanada de aire. Se llama Preparativos para pasar juntos un periodo desconocido de tiempo, de Lili Horvát. La trama: neurocirujana húngara conoce a colega durante un simposio en el extranjero. Surge una conexión lo suficientemente importante como para quedar para volver a verse de retorno a su país. Cuando vuelven a verse las caras, él no la recuerda. Ella, absoluto genio en lo suyo, introspectiva, vulnerable, hermética, decide dar un salto de fe y realizar una nueva aproximación para comprender, por lo menos, los motivos de esta amnesia — y a su edad, terminar de comprender cómo funciona esta cosa de las «relaciones humanas» — . Y es, como el desempeño de su trabajo, tan mesurado y elegante su acercamiento que un romance que parecía muerto amaga con renacer, principio para él, segundo acto para ella, y lo que parecía un misterio distante al principio se convierte en un ejercicio de detalles apasionante hasta el punto de que verles juntos por cada lado de una acera, en silencio y dedicándose media sonrisa de soslayo quita. El. Puñetero. Aliento. Es una de estas películas rara avis que son profundamente líricas sin necesidad de vociferarlo. Le sale natural. No se me ocurre mejor elogio. Calibre Breve Encuentro o Antes del Atardecer. Juro que no estoy de coña.
Más películas:
Algunas a bote pronto, otras fruto de refrescar la memoria, y con enlaces a su página de IMDb. The Humans, de Stephen Karam, y The Innocents son las dos primeras que me vienen a la cabeza. La primera se presenta como «drama familiar-crepuscular-elevado con posibilidades de Oscar» o como se diga ahora pero entre líneas es una película de terror bastante angustiosa que enfrenta a un apesadumbrado padre de familia, Richard Jenkins, contra un cochambroso dúplex del Lower East Side neoyorquino plagado de misteriosos ruiditos, paredes descorchadas, luces moribundas, goteras, puertas atascadas y vecinos desenfocados. La película llama la atención sobre estos incómodos detalles con una insistencia cada vez mayor hasta culminar en 15 minutos finales más tensos que una visita al dentista. Me da reparo enlazar el tráiler porque es espantoso. The Innocents, por otro lado, es una mezcla de Déjame Entrar meets Los Nuevos Mutantes de la mano de Eskel Vogt, el guionista de Thelma. Como la anterior, usa los poderes de sus jóvenes protagonistas como expresión de los traumas propios de esos años, pero si Thelma se amparaba en un romance, The Innocents abraza más el misterio, el suspense y el terror hasta culminar en una batalla del Bien contra el Mal que nunca debería haber tenido lugar, por desgracia para el supuesto supervillano de la historia, por dos motivos sobre los que os aviso aquí y ahora: escenas de maltrato infantil y crueldad animal. Id con cuidado.
Al hilo de películas monumentales, me puse recientemente al día con El Viajante, de Asghar Farhadi. No vale la pena redundar mucho en las capacidades de alguien del que me parece que lleva opositando desde hace más de una década a mejor director vivo del planeta. Me pregunto si el tío — como los Dardenne — se da cuenta de lo condenadamente difícil que es hacer lo que hace. Sirva lo mismo para Benedetta, de Verhoeven, que necesitaría de un post entero al margen. Si comento que no es ni rematadamente la exhibición de soft porno que esperaba como agua de mayo temía no va a iluminaros gran cosa. Si digo que me pareció una mezcla entre El Ala Oeste de la Casa Blanca y La Casa de Bernarda Alba solo os va a liar más. Simplemente: es una película que no deja de lanzar ideas extremadamente articuladas sobre mujeres, política, Dios, religión y los diferentes aspectos del deseo (desde el fervor hasta la lujuria, pasando por la ambición) que distorsionan todo lo anteriormente mencionado. Porque al final, todos somos humanos y Sus caminos son inescrotables. Inescrutables.
Ah. Barbarrojapuede haberse convertido en mi película favorita de Kurosawa. Ahí ahí con El Infierno del Odio.
Más que me saltan en el radar de ayer y hoy, algunas nuevas, otras no: The Novice, de Lauren Hadaway, una suerte de Black Swan ambientada en el mundo del remo femenino con Isabelle Fuhrman; la scifi malrrollera de Undergods, de Chino Moya– y, por insistir con el terror: Anything for Jackson, A Dark Song, Malignant, Blood Quantum yNo One Gets Out Alive –, siguiendo con el enésimo ejemplo de que a los australianos no les sale un thriller malo ni intentándolo que es The Dry, con Eric Bana; Synchronic o The Card Counter, de Paul Schrader (cuya banda sonora prácticamente he agotado en Spotify).
Meto también el gótico americano noventero con vampiros The Reflecting Skin, de Philip Ridley; el fantástico western que es Let Him Go, por el que Diane Lane recogió el segundo Oscar Simbólico a la Mejor Actriz de su carrera; Alphabet City (el GTA Vice City hecho película); El Padre (mi favorita de los Oscar del año pasado), Old Henry, The Nest, Spontaneous, The White Tiger, el combo El Último Duelo / La Casa Gucci, Night of the Kings, Mass (Jason Isaacs es un pedazo de actor y la película es un ejemplo de cine cristiano sin ánimo proselitista), Angel’s Egg, Ley 627…
…(También está Symbol, de Hitoshi Matsumoto. Si alguien avezado en cine japonés lee esto, seguro que está sonriendo ahora mismo)
…Y por ir terminando y ya completamente cazándolas al vuelo: La carta que no se envió (una de las más grandes pelis de aventuras E-V-E-R),El Sirviente, La trilogía de El Anillo de los Nibelungos de Fritz Lang, la trilogía de Lindsay Anderson / Malcolm McDowell que conforman …If, O Lucky Man y Britannia Hospital; la también trilogía de La Condición Humana de Masaki Kobayashi, la adaptación de Ace Attorney dirigida por Takashi Miike, El Almuerzo Desnudo o el fantástico, FANTÁSTICO combo de cine negro noventero que conforman Phoenix y Ajuste de Cuentas (que han perdido cero desde que las vi por vez primera). También volví a Buñuel. Algunos Greatest Hits. Nazarín. Viridiana. Ese Oscuro Objeto de Deseo. Y, por encima de todas ellas y en mi modesta opinión, El Ángel Exterminador y El Discreto Encanto de la Burguesía.
Menciones especiales: dos. Una para Mary Elizabeth Winstead en Kate, tan por encima de la película que ni siquiera es gracioso. Esta mujer es pura dinamita y cómo demonios no estamos hablando de una superestrella en 2022 es algo que se me escapa a las entendederas. La segunda es para una de mis sorpresas del año: The King’s Man, mi preferida de la trilogía por una distancia considerable. Hay algo que me asombra de Matthew Vaughn: le veo más cómodo cuanto más contenido maneja y esta película, un recorrido entero por la I Guerra Mundial, va sobrada en este aspecto. Simplemente no para. Siempre está contando cosas. Siempre está progresando hacia algo, con pies ligeros pero sin abrumar. Sabe cuándo meter el montaje, sabe cómo limitar al mínimo la exposición y sabe cuándo dejar que los giros de guion (y hay algunos que parten cuellos) se asienten lo suficiente en el recuerdo. Es un puntito más ligera que sus precedesoras y el humor le sale un poco más natural — y para mí, que he sufrido a veces con el modo cómico de Vaughn y siempre he preferido la versión amable y piadosa de Mark Millar, me resulta muchísimo más digerible –. Es verdad que parece un abuso de ordenador en algunas ocasiones pero aquí sí que no hay tutía: hablamos de una película que abarca una barbaridad y un enfoque más práctico se habría traducido en un presupuesto del tamaño del PIB de Italia. Y sobre todo me llena de orgullo y felicidad el hecho de que Ralph Fiennes sea el protagonista indiscutible de la película en un papel puramente aventurero que le llega 15 años tarde, mínimo.
En definitiva, me parece lo mejor que ha hecho Vaughn desde X-Men: First Class. Y no he visto peleas mejores — cortesía del tristemente fallecido Brad Allen, antiguo integante del equipo de especialistas de Jackie Chan — esta temporada.
PD: Mis rituales anuales Jungla de Cristal, Señor de los Anillos, Master and Commander, Indiana Jones, Depredador, Arma Letal, etc… siguen vivos y bien. La hasta ahora última incorporación, Matt Damon es: El Marciano (todavía mi película de ciencia-ficción favorita de los últimos 15 años), recibe con los brazos abiertos a la nueva recién nacida de este club: Spider-Man: Into the Spider-Verse. Tengo el libro de arte de la peli, he visto making hasta que se me han caído los ojos, me he leído hasta el último artículo y de verdad: sigo sin saber cómo demonios está hecha esta maldita película. Magia vudú o algo.
TV
Recuperar la monumental Generation Kill ha sido la mejor idea televisiva que se me ha ocurrido en todos estos meses por mil y un motivos. Por destacar uno: recordar lo mucho que me gustan las miniseries, un formato amplio pero limitado, que disfruto con la sensación de que estoy viendo una gran historia que va a tener fin. Muchas de las series que voy a poner aquí pertenecen a este modelo y se me ocurren muy poquitas excepciones, como Succession, Euphoria o Raised by Wolves, sobre las que planea la amenaza bien del agotamiento — en el caso de las dos primeras, algo que va a acabar perjudicándolas tarde o temprano –, o de la cancelación inmediata por cabraloca / realmente no las ve ni Perri, caso de la última. Me fastidia un poco la experiencia. No se me ocurre mejor ejemplo que El Exorcista, la adaptación televisiva de la Fox, ahora desaparecida de la parrilla, y en particular su casi fantástica segunda temporada, donde la tensión de su historia principal*, un exorcismo en un albergue juvenil asolado por demonio convertido en asesino en serie, se ve constantemente boicoteada por las repentinas incursiones de su Gran Trama a Largo Plazo; completamente disociada de la narración hasta que acaba insertada en el último episodio con un calzador bajo la promesa de un millón de nuevas pregunCANCELADA.
*No me cansaré de repetir, hasta el día que me vaya a la tumba, lo condenadamente buena que es Alicia Witt.
Un caso particular es How to with John Wilson, que por su propia naturaleza no necesita tener un final y ahora mismo espero que no llegue nunca. Habréis leído algo ya sobre ella a estas alturas: estudios sobre lo mundano que, en un momento dado, encuentran un aspecto particularmente absurdo del que se dedican a tirar y tirar y tirar hasta meterte en un agujero negro de horror del que te saca antes de que des cuenta del meneo que te ha dado. Divertidísima en su concepto, divertidísima en su estilo, lleno a rebosar de imágenes puntuales de Nueva York que se transforman en descacharrantes metáforas de las ideas que te cuenta su protagonista, quien parece estar siempre en el momento perfecto, en el lugar idóneo.
También he estado bastante entregado a Corea del Sur, comenzando por El Juego del Calamar, evidentemente; una idea que ya he visto en ocasiones anteriores con menor éxito popular. Creo que su tema principal, la pobreza, tiene bastante que ver con el hecho de que haya sido ésta, y no otra de su tribu, la que haya calado en el imaginario colectivo. Por lo demás, Extracurricular. Mi Nombre. Vincenzo. Facultad de Derecho. Somos Muy Guapos y Nos Gustamos, ver. 13.2.5. Y las que me deje en el tintero. Todas a la yugular desde el minuto uno. Son auténticas bestias de sinopsis. Soy productor, llaman a mi despacho, me dice que «vienen de Corea del Sur con dos líneas de argumento» y se lo compro antes de que crucen la puerta. Incluso Infierno de Solteros me estoy tragando. Veo de todas formas cierto problema: son ganchos tan potentes que las series que menos me gustan se quedan en eso, en ganchos. De cualquier manera, entre series, música y Parasite, creo que estos últimos meses se han distinguido por la consolidación de la idea de que a Estados Unidos le ha salido su mayor competidor en décadas del espacio audiovisual. Molaría abundar en este tema y discernir sus cien y un matices, pero una de las ventajas de no estar escribiendo ya en Las Horas es que puedo decir con toda tranquilidad y una sonrisa en la cara que eso no va a ocurrir a corto plazo por la sencilla razón de que no me sale de los cojones. No obstante, hablando puramente en términos generales y perdón de antemano por esta simplificación aberrante, veo a Corea del Sur como un «rival» más potente, creo yo, que el frenesí chino de principios de los años 2000, gracias a las oportunidades de globalización que ofrecen las plataformas y a la mayor proximidad que guardan ambas culturas, en particular en los ámbitos comercial e ideológico, en comparación a lo ofrecido con Pekín.
Fuera de Seúl y alrededores: por encima de todo el retorno a un clásico de la televisión británica como es Our Friends in the North (Daniel Craig, Mark Strong, Christopher Eccleston y Gina McKee. Va de décadas de vida de un grupo de amigos pero por encima de todo vuelvo a repetir: Daniel Craig, Mark Strong, Christopher Eccleston y Gina McKee), Calls, Alice in Borderland, Lonesome Dove, Shadowplay, The North Water (género histórico-cafre en un ballenero con un Colin Farrell al nivel TOP que viene exhibiendo desde hace unos cuantos años ya), I Am The Night (algo estirada, pero casi imprescindible para fans de la crónica negra, mística, de Los Ángeles, y en la que Chris Pine está absolutamente fantástico) o mi Mike Flanagan favorito, Misa de Medianoche, una película estirada sin rubor alguno a serie donde todo el relleno ha ido a parar a… a los personajes. Puedo decir lo que quiera de algunas de sus películas, pero este tío tiene el corazón en su sitio. Mención especial para Brand New Cherry Flavor simplemente por Rosa Salazar (aunque creo que se cae un poco al final; casi os recomendaría mejor Room 104). También revista A Golpe de Bisturí, que sigue pareciéndome de lo mejor de Ryan Murphy por distancia sideral. Y parte de Luck, la serie maldita de Michael Mann y David Milch, al frente de un primer episodio en el que convierte a los caballos de carreras protagonistas en Ferraris. La he dejado temporalmente a medias porque el resto de la serie, simplemente, no puede competir con un episodio que entra en lo nunca visto en audiovisual sobre competiciones deportivas.
Una última mención especial para Dopesick, de la que no pude terminarme ni el primer episodio. La, más que crisis, tragedia criminal de los opiáceos en Estados Unidos es un tema con el que he trabajado en mi curro y no quiero abundar en él más de lo necesario. Quince minutos son suficientes para entrever las intenciones de la serie: educar. Compensa sus (pocos) excesos melodramáticos. Cogieron a comunidades enteras de trabajadores deslomados temerosos de Dios, los arruinaron, violaron a sus hijas, y finalmente asesinaron a todos. Mataron a tanta gente que la expectativa nacional de vida cayó una décima.
Algo de anime:
OddTaxi; Vivy: Fluorite Eye’s Song (ésta, una épica de ciencia ficción que abarca un siglo aproximadamente, me ha encantado particularmente); Sonny Boy; Komi-san no puede comunicarse y el acabose en forma de sinopsis: Back Street Girls, en la que tres miembros de la Yakuza pagan una deuda de honor con su jefe sometiéndose a un cambio de sexo para convertirse en un grupo de pop femenino. Sigo siendo un fan irredento de la serie de Goblin Slayer, pero me quedo con el manga (y los libros). En una hipotética adaptación a imagen real el conservador que hay en mí mantendría la brutalidad, enterraría un poco el sadismo, y me tomaría el tema realmente en serio porque es un poco más compleja de lo que parece — hay gente que prefiere salvar la aldea en lugar de salvar el mundo… sin darse cuenta de que, aldea a aldea, está haciendo exactamente eso — y la descripción de la acción es tan pormenorizada como aplastante, comenzando por el titular. En serio, cuando tu protagonista aúna la sed de sangre del Doomguy con la inteligencia táctica de Batman (con tiempo de preparación) frente a esa horda de hijos de puta, es la clase de personaje que mueve multitudes.
Así todos los números, la madre que parió a Panete.
DOCUMENTALES
Pervert Park, de Frida y Lasse Barkfors, es un documental sobre la vida cotidiana de los residentes del Palace Mobile Park de St. Petersburg (Florida): aproximadamente un centenar de condenados por abuso de menores. En su intento de explorar a esta gente, el documental aborda uno de los tabúes definitivos de nuestra sociedad, la humanización de los corruptores de la inocencia, y lo hace prácticamente vacío de cualquier tipo de intervención externa. Una cámara y comienza a grabar. Emergen cuestiones sobre el inexorable ciclo del abuso — no extrañará que muchos de ellos hayan sido antes objeto de la depravación a la que sometieron después a sus víctimas — y de los límites de protección de un sistema que lidia (o hace todo lo posible por no hacerlo, en realidad) con individuos que si por el sistema fuera lo mejor sería que se hubieran caído a un pozo negro.
Y el caso es que, en realidad, ya se han caído ahí. ¿Sabéis lo que hacen? Nada. Se levantan, se mueven sobre raíles — porque están más allá de la culpa, más allá de la redención, más allá de cualquier sustento moral o emocional alguno –, y duermen. Los instintos más crudos que albergo les desean el Infierno solo para descubrir que ya están allí.
Lo que quiero decir es que si veis Pervert Park con sed de sangre (y, seamos honestos, hay muchas posibilidades de que ello suceda), sospecho que puede quedar saciada. Pero también sospecho que no vais a quedar muy satisfechos con la forma que tiene de hacerlo. Más cosas:
Get Back. Iba a caer. Derecha a mi top de Peter Jackson, quien nunca parece haber perdido el idilio que le une con el documental, falso o verdadero. Una breve introducción y a partir de ahí ensayo tras ensayo por encima. Por debajo, un estudio de la dinámica de un grupo en las últimas: un metrónomo, un talento en ciernes y dos gigantes a punto de emprender respectivos caminos por separado, todos juntos para un último sprint. All-killer no-filler. Soy de la opinión no obstante de que si tienes 60 horas de imágenes y 100 horas de audio de Los Beatles en un estudio, remasterizas las 60 horas de imagen y las 100 horas de audio por imperativo categórico. Eres Disney. No te vas a arruinar.
Entrad por la música…
Quedáos por el salseo.
Algo mencioné hace un par de años, pero hacéos un favor y ved — también con estómago fuerte — el díptico Streetwise / Tiny de Martin Bell y Mary Ellen Mark. Por reiterar con la música, están Summer of Soul (…Or, When the Revolution Could Not Be Televised) o Peace, Love and Rage, el repaso que HBO hizo de lo acontecido en el Festival de Woodstock de 1999, de infausto recuerdo y de las múltiples causas que desembocaron en el, casi literalmente, cirio ardiendo en el que acabó convertido lo que en principio iba a ser una celebración de paz y amor… con Limp Bizkit al frente del cartel.
(Mejor el docu del original, dirigido por Michael Wadleigh, con Scorsese y Schoonmaker en la sala de montaje, y preferiblemente en su versión extendida, con karaoke y final épico incluidos)
(En realidad, la canción se llama I-Feel-Like-I’m-Fixin’-To-Die)
Y ya siento no haber dedicado mucho tiempo al género que tantas alegrías me ha dado pero a lo largo de este año ha sucedido en mí un cambio que me ha llevado a dejarlo apartado para entregarme definitivamente a mi nuevo amo y señor de realidades durante mis noches solitarias.
YOUTUBE
Donde está todo y si no está hoy ya estará mañana. ¿Queréis, no se, tutoriales del Cities: Skylines? Aquí, aquí, aquí, aquí, y aquí. ¿Cómo restaurar la pezuña a un caballo? Aquí. ¿Ver por dentro el apartamento de Quentin Tarantino durante sus principios en Hollywood? Aquí. ¿Al batería de Michael Jackson reventando Smooth Criminal? Aquí. ¿La remasterización en osciloscopio de uno de los mejores temas jamás compuestos para consola alguna? Aquí. ¿La resolución de un Sudoku milagroso a través de una las epifanías más importantes de 2020? Aquí. ¿Cómo cocinar en tu casa una barra de Twix más rica que una barra de Twix? Aquí. ¿23 minutos de reacciones al anuncio del reparto de la peli de Mario? Por qué no. ¿Revivir los breves días en los que Sananda Maitreya (a.k.a. Terence Trent D’Arby) estuvo a punto de cambiar el rumbo de la música pop al abanderar INXS tras la muerte de Hutchence? Say no more.
Algunas recomendaciones particulares, basadas en mis suscripciones del último año:
Mi favorito: los documentales etnográficos de Eugenio Monesma sobre la cultura rural española y sus oficios perdidos. Cero materia grasa. Van derechitos a la técnica. Ingenio, paciencia y manos. Es un archivo enorme de más de 200 documentales y se me hace complicado elegir, pero dejo aquí uno de los recientes sobre la fabricación del papel artesanal, con Gene Simmons segoviano de anfitrión.
Los tutoriales de la escuela de arte Watts Atelier. De vez en cuando mencionaba por Twitter las ganas que tenía de aprender a dibujar. Well, fuck it. Ahora veo estas maravillas de canales, como la clase semanal que da todos los viernes el antiguo artista de Disney Aaron Blaise, pienso «ey, magia». Y soy más feliz.
David Hoffman guarda en su canal muchas piezas históricas de Estados Unidos desde los años 50 a la década de los 90. Las revueltas raciales de los 60, el impacto del heavy metal en la juventud de 1986, enfrentamientos entre sindicatos y patronal en la Nueva York de hace medio siglo. Y Vietnam.
(Subtítulos en inglés)
Para cosas música, voy bastante al canal de Rick Beato, quien de un tiempo a esta parte se ha metido a las entrevistas, con fantásticos resultados. Enlazo aquí su largo careo con Pat Metheny pero su conversación con Brian May tampoco tiene desperdicio.
Por si no quedaba bastante claro hace unos párrafos al enlazar cincuenta tutoriales del Cities: Skylines, me estoy aficionando bastante al urbanismo y aquí os recomiendo el combo formado por City Beautiful, Not Just Bikes y Climate Town (en español tenéis Urbanópolis). Por qué urbanismo y no física cuántica se debe a que hace un par de meses mandé mi coche al carajo para terminar de convertirme en un ser superpedestre, completamente ajeno a esas cosas que se mueven sobre cuatro círculos negros y ocupan el 75 por ciento de las calles. Mucha tristeza, ver mi Renault Clio alejarse de mí, arrastrado por una grúa, hasta que recordé que me estaba ahorrando como unos 1.500 pavos al año. Ojalá hubiera apretado yo mismo el botón de la plancha aplastadora.
Andrew Callagher se ha convertido en mi cronista favorito de la América contemporánea. Comenzó en el canal All Gas No Brakes antes de mudarse a Channel 5 withAndrew Callagher. En los últimos dos años, Callagher se ha paseado micro en mano por reuniones de QAnon, manifas antivacunas por Hollywood, los disturbios de Portland, convenciones de furris, festividades del 4 de julio, eventos de cine porno, festivales de Burning Man y demás concentraciones. Su aspecto inofensivo y su carácter apacible facilitan que sus entrevistados hablen sin filtro alguno. Vice le dedicó un reportaje que os dejo aquí para que entréis en contacto. Para el resto, pinchad en los enlaces de arriba.
VIDEOJUEGOS
Muchos motivos personales para destacar el Resident Evil: Village. Primero y fundamental: lo encontré inmensamente divertido con un aliciente especial como fue la sufridera / satisfacción resultante de pasárselo en nivel medio chungo. En retrospectiva, y si no habéis tocado uno de estos en vuestra vida, diría que fuérais directamente al modo fácil porque los incrementos de dificultad consisten básicamente en multiplicar por 300.000 los disparos a la cabeza que tenéis que propinar a enemigos que se mueven como un agente de Matrix, y disfrutar con este homenaje con esteroides a los clásicos de la Universal y sus versiones de Drácula, Frankenstein, El Hombre Lobo o la Criatura de la Laguna Negra. El resto del juego no puede competir con un primer tercio donde te tira TODO encima — persecuciones, asedios, sigilo, agonía y bichos por doquier de toda clase y condición — pero intenta constantemente remontar sin perder su dignidad (y si llegáis a la Casa Beneviento y a la abominación nivel «tirar el mando, apagar PS4» que aguarda ahí, descubriréis por qué digo esto). No todo me funciona: su mecánica de protección sigue siendo un poco ridícula («un dragón de veinte metros está a punto de embestirme a 200 kilómetros por hora así que voy a poner las manos delante de la cara. Así aprenderá») y hay una fase Call of Duty que podría haberse ido al carajo perfectamente, por antinatural que resulta respecto a lo visto anteriormente. Pero, la verdad, recapacitando sobre el lugar en el que está Resident Evil en 2022, estas dos quejas me parecen absolutas menudencias. Llamar reinvención lo que ha sucedido con esta franquicia desde la anterior entrega me parece flaco favor. Revitalización, creo, es la palabra apropiada.
Y luego está éste.
YO: «La jugabilidad es el aspecto más importante de un videojuego y el resto de elementos deberían ser subsirvientes a la misma, historia incluida»
Marvel’s Guardians of the Galaxy: «VETE A TU PUTA CASA, CALVO»
Hay historias tan bien contadas que acaban generando EL MOMENTO casi por ciencia infusa. Este juego contiene al menos tres.
El retorno de Barry Windsor-Smith tras una ausencia de casi una década y, como el propio autor reconoce, la expansión definitiva de la semilla que plantó a principios de los 90 con uno de mis comics favoritos de siempre de Marvel: Arma-X. Aquí, y como ya sucediera con Lobezno hace 30 años, el joven Bobby Bailey, marcado por un pasado de violencia, familiar es transformado en un monstruo durante un repulsivo experimento militar. Ahora, su única esperanza es el oficial que le reclutó, ahora abrumado por una crisis de conciencia y un particular sentido de la empatía que, en su hija, alcanza niveles sobrenaturales.
De no ser por Monsters, habría encabezado con Immortal Hulk o Strange Adventures, que devuelve a Tom King a su hábitat casi natural: un estudio de los crímenes de guerra. También habría enarbolado una bandera en una colina solitaria por su Rorschach, la verdad sea dicha. Le tengo aprecio. Su recorrido con Batman me parece irregular, pero siempre le llevó por derroteros poco transitados — con un par de momentos excepcionales — y siempre se lo he agradecido. Para más del hombre murciélago, he desempolvado Gotham by Design («¡Harrigan! ¡Eh, Harrigan! ¡Más arquitectura! ¡más urbanismo! Qué bien, ¿no?«) Estoy pendiente de Catwoman: Lonely City y del retorno de Saga. He seguido a medias los X-Men orquestados por Hickman (sobre todo porque me resultaba imposible estar pendiente de diez colecciones al mismo tiempo). También enganchado a Asadora, de Urasawa, muy encantado con Fire Punch, de Tatsuki Fujimoto (Chainsaw Man) y acojonado por Blood on the Tracks, de Shūzō Oshimi.
Fuera de mi elemento, Donny: gracias a quien se las merece por Sabrina, de Nick Drnaso, y por la adaptación de Giraffes on Horseback Salad, la película nunca realizada de los Hermanos Marx con guion de Dalí.
Y uno preferido muy, muy particular para terminar la sección.
Hacéos de una biblioteca pública. En serio. Si estás leyendo esto y eres de Madrid Centro, a mí me pilla muy bien la de José Luis Sampedro. Gente superamable. Me hice del sitio buscando con pocas expectativas de cosas de la radio en Euskadi durante los años 50 para una cosa que estaba preparando y acabó en absolutamente nada y acabé con una pila de libros hasta la cintura cortesía de no una sino dos bibliotecarias. De la típica atención que sales del sitio y da gusto haber entrado. En serio. Gratis todo. Todo ventajas.
Por lo demás… The Jungle, de Upton Sinclair. Si una noche de invierno un viajero, de Italo Calvino. Blacktop Wasteland, de S.A. Cosby. The Night Land, de William Hope Hodgson. We Begin at the End, de Chris Whitaker. Piranesi, de Susannah Clarke. Dos de Jeff VanderMeer: Borne (muy bien) y Hummingbird Salamander (muy meh). En el terreno de la no ficción, Beaten Down, Worked Up: The Past, Present and Future of the American Labor, de Steven Greenhouse; Debt: The First 5.000 Years, del tristemente fallecido David Graeber y The Hardest Place, de Wesley Morgan (uno de los mejores recuentos que he leído sobre la invasión estadounidense de Afganistán). Me lo pasé muy bien con This is Going to Hurt, las memorias de un joven doctor y sus desventuras en el servicio de Obstetricia en un hospital británico. Fueron adaptadas a serie de BBC, protagonizada por Ben Whishaw, quien dentro de unos 20 años será el mejor actor del planeta.
La mejor nueva película que he visto este año es My Octopus Teacher, dirigida por Pippa Ehrlich y James Reed, una historia de regeneración protagonizada por el documentalista sudafricano Craig Foster a través de la relación que entabla con un pulpo hembra, residente en un bosque de algas del Cabo de las Tormentas, en la punta sur del continente africano, a lo largo del breve ciclo vital del animal.
SPOILERS (si queréis saltar directamente a los enlaces relacionados, se encuentran al final del post)
Foster regresa a su país natal, Sudáfrica, hastiado y descontento, necesitado de un nuevo impulso. Este nuevo ecosistema le proporciona todo lo que necesita. Sus frías aguas estimulan su cuerpo, la vida que se desplaza a su alrededor reanima su inquietud intelectual, y el habitante que coprotagoniza este relato se encarga de satisfacer sus carencias afectivas.
Acercamientos tentativos dan paso al contacto físico con la criatura, nunca nombrada, en una conexión sublimada través de metáforas, «una vieja dama que fluye con su vestido», mientras crece su admiración por una superviviente nata, artista del camuflaje, «líquida como el agua» donde se desenvuelve, y cauta hasta el extremo.
Un desliz que pone en fuga a la octópoda sirve a Foster para reconectar un aspecto de su pasado en las antípodas de ese lugar: su estudio sobre las extraordinarias habilidades de los rastreadores San, habitantes del desierto del Kalahari. De repente, Foster se convierte en uno de ellos, a lo largo de una semana de búsqueda durante la que traza una topología tan precisa que llega a identificar un ecosistema entero, transformado por las huellas de carroña que deja el paso del animal.
Cuando el reencuentro ocurre, Foster ha conocido un lado más hostil de su compañera, momentos de caza nocturna en un entorno que nada tiene que ver con la placidez del día, que le obliga a reevaluar su relación con un entorno ausente de piedad. Cuando el ataque de un tiburón amputa una de las extremidades de la octópodo, la duda le consume. ¿Debería haber intervenido? ¿Debería haber alterado el proceso natural? Nuestra especie transforma constantemente el ecosistema, ¿tiene una sola persona la misma potestad?
Momentos como éste alimentan el documental, que en ningún momento padece el temido descenso de interés que comienza más allá de los tradicionales tres cuartos de hora que suele imponer el género, en especial en su vertiente televisiva. Es más, su tercio final reserva los instantes más entretenidos e iluminadores. Una extraordinaria persecución, un segundo asalto entre el tiburón y nuestra protagonista, nos habla de lecciones aprendidas en el arte de sobrevivir antes de dar paso a otra sobre el impulso de entregar la vida en el momento exacto, cuando la criatura coordina instintivamente sus instantes finales con la eclosión de su descendencia.
Y la vida sigue, y Foster y su hijo usan esta realidad para reenfocar la conexión que les une en un entorno donde ahora habitan decenas de nuevas vidas donde solo había una. Unos minutos finales para comentar la labor de desarrollo medioambiental que Foster ha desarrollado desde entonces, y la historia concluye, heredera de una insigne vertiente del documental naturalista, recordatoria de que tal y como cambiamos el mundo, el mundo nos cambia a nosotros.
Foto: Sea Change Project
– Para más obras dentro de esta vertiente, o primas hermanas de la misma, aparece instantáneamente en mi cabeza la extraordinaria filmografía del gran director estadounidense Carroll Ballard. El Corcel Negro, Los Lobos no Lloran, De Vuelta a Casa — y los respectivos libros en los que se basan estas dos últimas –.
– Dos libros que tengo en mi biblioteca también os podrían servir: The Peregrine, de J.A. Baker, y Sueños Árticos, de Barry Lopez, disponible en España a través de Capitán Swing.
– Un making of del documental, presentado por la colaboradora y mujer de Foster, Swati Thiyagarajan. Aquí, su correspondiente artículo en web, tan extenso como minucioso.
Últimamente estoy escuchando The Deca Tapes, un podcast de ciencia ficción y misterio creado casi de cabo a rabo, voces excluidas, por el holandés Lex Noteboom (Twitter) y nominado a los Webby Awards. Cada uno de sus ocho episodios sigue a los ocho participantes de lo que parece ser un expermiento científico de distribucion de roles donde cada uno de ellos asume una función determinada (cocinera, profesora, líder). Hasta que alguien muere. Cada episodio sigue las grabaciones de los participantes, interrumpidas por una historia tangencialmente (o no, dun-dun-dun) relacionada con el misterio en cuestión. Tenéis las transcripciones en este enlace de Dropbox (.pdf). Aquí, su web oficial.
Tema libros. Me he terminado Borne, de Jeff VanderMeer — futuro distópico, empresa maligna, joven apandadora conoce a extraña criatura mutante, unen fuerzas contra un oso volador y su descendencia — y me ha dejado con las ganas justas para leer la segunda entrega de ese universo, Dead Astronauts, cuando termine con las dos lecturas que acabo de empezar: A History of Christianity, de Paul Johnson (Wiki), y The Power Broker, de Robert Caro. La primera se explica sola, la segunda es una biografía apócrifa de una figura absolutamente instrumental para entender el desarollo urbano de la Nueva York contemporánea: Robert Moses (Wiki).
Desde sus primeras páginas — y los mapas que las acompañan — queda claro la magnitud de la figura de Moses, un hombre que llegó a acumular hasta una docena de cargos simultáneos durante su carrera, principalmente como comisario de parques de Nueva York, capacitado para manejar miles de millones de dólares sin restricción alguna. A falta de terminarme el libro, os señalo una circunstancia histórica bien documentada de Moses: su enfrentamiento con otra figura trascendental del urbanismo, Jane Jacobs, quien protagonizó una larga historia de rivalidad con Moses por las intenciones de este último, acérrimo defensor del transporte privado, símbolo del progreso americano, de levantar una autopista en mitad de la ciudad. Literalmente EN MITAD de la ciudad.
Foto: AP
PD: Llegué a este libro tras leer algunos extractos de Working, las memorias de Caro, y un manual sobre la redacción de biografías. Aquí, un reportaje sobre el escritor, por la NPR.
Retroarch. Un interfaz/emulador universal que permite la reproducción de videojuegos clásicos (Super Nintendo, Mega Drive, Neo Geo, arcades, Atari, Commodore) con el aliciente añadido — y aquí entramos en el terreno de ‘quizás es demasiado friki para mi’ — de la posibilidad de incorporar unos filtros para convertir la imagen tal y como se vería en una televisión antigua de tubo de rayos catódicos: una CRT. Iluminación de los fósforos incluida.
A esto hemos llegado.
Pero aguantad este «quizás» un momento. Sucede una cosa: los gráficos de esos juegos estaban concebidos para aparecer en esta clase de televisores, cuyas líneas horizontales, si bien no tienen ni punto de comparación con las resolución de las televisiones actuales, suavizaban los duros píxeles de la época. Más aún: los juegos fueron desarrollados en este tipo de pantallas.
Así que se puede decir que estos filtros no son tan pecata minuta como creía en un momento sino que tienen, en realidad, su cierta importancia a la hora de disfrutar, en plan purista, del juego original, con todos los pronunciamientos, excepción hecha de tenerlo físicamente en vuestra colección. Más la tele.
Y oh sí, los he retocado a mi gusto. He tardado días.
Tecnicismos al margen: Retroarch es awesome. Tutoriales a rebosar en YouTube.
Una batería de enlaces con criterio absolutamente random: Drive & Listen es una web que os lleva de paseo en coche por las calles de las principales ciudades del mundo, acompañados de emisoras locales; un curso gratuito on-line de parques temáticos cortesía de la gente de Imagineering, la división especializada de Disney, y From dream to reality!, uno de los primeros cortometrajes parodia sobre el auge publicitario de los años 50 y 60 en Estados Unidos, recuperado por la excelente web Aeon.
Y por terminar con un disco, como es habitual: God Fodder, de Ned’s Atomic Dustbin. Cuando EEUU empezó con el grunge, Reino Unido se puso en plan rock disco con tripis. Aquí un concierto. Abajo su debut.
Después de casi tres décadas en desuso, la NASA ha recuperado uno de sus logotipos históricos, el ‘Gusano’. Fue creado en 1975 por la firma Danne & Blackburn para sustituir al logo inicial — el ala roja que atraviesa un campo de estrellas y una órbita sobre una esfera azul — por la dificultad que comportaba representarlo con la tecnología de impresión de la época. La NASA decidió recuperar su imagen original en 1992, cuando los avances lo permitieron y descatalogó el uso de esta insigne tipografía.
Hasta hoy. El ‘Gusano’ está de vuelta y figurará en el casco del vehículo de lanzamiento Falcon 9 que partirá a mediados de mayo a la Estación Espacial Internacional, como parte del vuelo Demo-2.
Foto: SpaceX
Si tenéis curiosidad por el desarrollo del logotipo, la NASA acude en vuestra ayuda con el Santo Grial en la mano: el libro de identidad visual del logo, publicado en 1976, que detalla su uso en membretes, vehículos, tarjetas de visita, memorándums, folletos o magazines. Podéis descargarlo aquí, en .pdf (3,5MB)
BONUS: Y si tenéis ganas de más, la NASA nos deja un libro gratis sobre la historia de sus emblemas e insignias: Emblems of Exploration: Logos of the NACA and NASA, de Joseph R. Chambers y Mark A. Chambers. Uno de los muchos que la organización tiene en su biblioteca, todos completamente gratuitos y en múltiples formatos.
He terminado Jerusalem: A Biography, una historia de la ciudad de Jerusalén de la mano de Simon Sebag Montefiore, tan condensada y rápida en su sucesión de acontecimientos (está construida en forma de breves apartados de tres, cuatro páginas a lo sumo) que se me ha hecho una lectura bastante amena.
Me he quedado con una idea en particular: la transformación de Jerusalén de lugar a símbolo a través de la poesía. Montefiore nos cuenta que, hasta cierto momento de la historia, unos mil años antes de Cristo, Jerusalén goza de importancia por su posición estratégica privilegiada como escala comercial — «Salomón comerciaba con Egipto y Cilicia en especias y oro, y compartía expediciones a Sudán y Somalia con su aliado fenicio, el rey Hiram de Tiro» — y la enorme riqueza que acumuló merced a ello, por mucho que su tamaño fuera más pequeño que otras grandes ciudades de la época, como Babilonia.
Esta riqueza sirvió para sembrar la semilla de la trascendencia simbólica que adquiriría la ciudad y que continúa hasta nuestros días, a partir de los 3.000 proverbios y 1.000 canciones de Salomón y el eco de su templo — «Todas las idealizaciones de Jerusalén, nuevas o antiguas, celestiales o temporales, están basadas en la descripción bíblica de la ciudad de Salomón» –. Pero el responsable de la consolidación de estas visiones fue un hombre llamado Isaías, siglo VIII a.C., estadista, asesor de reyes, poeta, orador y escritor de al menos la primera mitad del libro bíblico que lleva su nombre, quien «dio forma a una idea universal y espiritual de Jerusalén como campeona de los desvalidos».
Y así comenzó una especie de anhelo de Jerusalén, «la montaña de la casa del Señor (…) a la que acudirán todas las naciones», construida sobre metáforas apocalípticas — «el león yacerá con el cordero, y los niños jugarán con serprientes venenosas» — en el Día del Juicio, en forma de una «poesía incandescente que daría forma no solo al Judaísmo, sino también al Cristianismo». No lo que es, sino lo que será algún día. Un deseo que, relata el autor, ha pervivido sobre reyes, guerreros, sultanes, potentados y presidentes. Y más allá.
(Fun facts: las primeras cien páginas del libro o así están salpicadas de muertes, asesinatos y masacres del día que se lo pidáis, pero ninguno de estos eventos destaca tanto como el fallecimiento de Herodes el Grande tras una larga agonía iniciada por una enfermedad en el riñón que derivó en una gangrena genital. The more you know)
¡Enlaces! A lo largo de las páginas de Jerusalem: A Biography, Montefiore remite a tres libros en particular:
· La Guía de Perplejos, de Maimonides, el gran tratado del filósofo sefardí (1135-1204), y una síntesis de la filosofía aristotélica, las creencias judías y su relación en el desarrollo científico de la Edad Media . Quiere la puñetera casualidad que lo tengo en mi casa, edición de David Gonzalo Maeso, pillado prácticamente al azar en la Casa Árabe de Madrid. Le he dado un par de tientos. Me cuesta. Mucho. Y no por la falta de buena voluntad de su autor, que cada dos páginas reconoce la dificultad del contenido y resalta su carácter didáctico para animar al lector. Es que simplemente no doy para más. Vosotros sí.
·El Seyahatname o Libro de los Viajes. Para el autor, «el relato de viajes más completo de la literatura islámica y, quizás, de la universal». Diez volúmenes de las aventuras del explorador otomano Evliya Celebi, «El Caballero», durante el siglo XVII, caracterizadas por su ligereza, apuntes a volapié y carácter semifantástico — Celebi es descrito casi como un trovador — y humor mundano. «No hay guerra santa más grande que el sexo», escribe.
·Los Diarios de Wasif Jawhariyyeh, el cronista por excelencia de la Jerusalén de la primera mitad del siglo XX. Cuatro volúmenes en forma de manuscrito personal, y siete volúmenes adicionales con una colección fotográfica que abarcaba la vida social, política y cultural de Jerusalén desde 1917 a 1948. En un manuscrito titulado al-Dafatir al-mus iqiyya, Jawariyyeh, músico de profesión, recopiló un inventario completo de las tonadillas en Palestina a principios del siglo XX. Tenéis una condensación de sus memorias en este libro, también autobiográfico, The Storyteller of Jerusalem.
Uno de los mejores podcasts deportivos que he escuchado este año es el especial que el programa 30 for 30 de ESPN ha dedicado a la caída en barrena del multimillonario Donald Sterling. The Sterling Affairs es una historia en cinco episodios que detalla el escándalo iniciado cuando su amante, V. Stiviano (nacida María Vanessa Perez), decidió publicar una conversación grabada en la que Sterling la reprochaba que se «asociara públicamente con negros».
Donald Sterling era el propietario del equipo de baloncesto de Los Angeles Clippers.
El podcast tiene como anfitriona a la periodista deportiva Ramona Shelburne, responsable de cubrir la evolución de los acontecimientos — hay enlaces a sus artículos aquí — que desembocaron en la orden sin precedentes adoptada por la NBA de expulsar a Sterling de la liga. En lugar de apostar por el salseo, Shelburne y los responsables del podcast dedican la serie a examinar los límites que definen la intervención de una organización sobre la propiedad personal de uno de sus equipos, los conflictos dentro de los organigramas de ambas instituciones, y como el efecto del racismo en un deporte predominantemente «liberal», regenerado tras una etapa para el olvido gracias a la explosión de los Lakers del Showtime liderados por Magic Johnson, jugador agraviado por Sterling en otra de las conversaciones que salió a la luz.
Francamente recomendable. Además, incluye transcripciones en su web.
Foto: Joe Pugliese
Simone Giertz (Estocolmo, 1990). Inventora, YouTuber — dos millones de seguidores — fue diagnosticada en abril de 2018 con un tumor cerebral benigno que remitió hasta enero de este año. Giertz siguió trabajando en su canal al mismo tiempo que recibía radioterapia. Ha convertido la máscara que tuvo que llevar durante las sesiones en una lámpara de pared.
Wired la dedica un perfil para su número de este mes, donde habla de su educación, de su canal y de su tumor. «Brian».
Durante su tratamiento, tuvo tiempo para convertir un Tesla en una camioneta.
Will Smith es la celebridad más seguida de esta red, por delante de Arnold, The Rock o Miley Cyrus.
PD: Lo que tenía toda la pinta de ser una transición entre medios ha coincidido con uno de sus años más ocupados en el terreno cinematográfico. Aunque me disgustara Gemini Man (tampoco demasiado, pero es una película que emplea una tecnología que necesita de un contexto INCREÍBLEMENTE específico para funcionar y, a día de hoy, sigue resultando un lastre insalvable para la puesta en escena, como explica John Hess para Filmmaker IQ), estoy bastante convencido que todavía queda algo del Will Smith de la pasada década, cuando era la estrella de cine más grande sobre la faz de la Tierra.
The Most Feared Song in Jazz, Explained.
El espléndido canal Earworm, del portal de noticias estadounidense Vox, nos cuenta por qué Giant Steps, de John Coltrane, provoca terror absoluto entre los músicos de jazz.
Por decirlo brevemente: su lenguaje musical es tan complejo que resulta casi imposible improvisar sobre él.
Coltrane, fan de Albert Einstein, estaba obsesionado por las matemáticas y su aplicación al mundo de la música. Hay un post maravilloso de Open Culture al respecto, que incluye un diagrama de su «círculo de tonos», directamente relacionado con el vídeo. El saxofonista Roel Hollander también lo explica bastante bien.
Estoy leyéndome Wonderland, de Steven Johnson. El libro está construido sobre la idea de que el ocio es un factor de desarrollo humano tan importante como otros motivos más «funcionales». La diferencia reside en que los progresos que han derivado de él no se han percibido de una forma inmediata, como en el caso de los segundos, sino que acabaron convirtiéndose en un ingrediente más de una combinación de otros pequeños avances bien en paralelo, bien a posteriori, hasta conformar, todos juntos, una revolución social.
Buena parte de lo que llevo hasta ahora está ocupada por un lugar, un tiempo y dos libros en particular. El sitio es la Casa de la Sabiduría de Bagdad. Lo que comenzó como una biblioteca fundada por el califa abasí Abú Jafar Al Mansur a principios del siglo VIII d.C. acabó convirtiéndose en el mayor centro intelectual durante la Edad de Oro del Islam bajo las órdenes de su hijo, Al Mamum. «Durante trescientos años», escribe Johnson, «la Casa de la Sabiduría [Bait Al Hikma] fue el epicentro de la erudición islámica, una mezcla de biblioteca, academia de Ciencias y escuela de traducción — dando como resultado una serie de textos que supondrían una tabla de salvación cultural durante la Edad Media — que perduró hasta que los mongoles saquearon Bagdad en el asedio de 1258, durante el que destruyeron la mayor parte de los libros en las aguas del río Tigris».
Los dos libros son El libro de dispositivos ingeniosos y El libro del conocimiento de los mecanismos ingeniosos. Sus autores fueron, respectivamente, tres hermanos (Abú Jafar, Abú al Qasim y Al Hasán) y el ingeniero Ismail Al Jazari. Separados por 350 años de diferencia (850 y 1206), su existencia explica a la perfección la idea central de Johnson: el carácter principalmente lúdico del primer volumen no es impedimento para convertirse en un pilar esencial para el desarrollo del segundo libro, más orientado al desarrollo de inventos prácticos como relojes, mecanismos de riego o sistemas de bombeo.
En cualquier caso, la relación que ambos libros guardan entre sí es un aspecto que palidece en comparación al contenido que albergan. En sus diseños, parte extraídos del conocimiento de civilizaciones como Grecia, India, Persia o Siria; parte fruto del propio ingenio de sus creadores, podemos encontrarnos con fuentes que cambian de forma a cada minuto, un pavo que dispensa agua y contiene un sirviente que sujeta una pastilla de jabón, un elefante que suena su trompa cada media hora o prototipos de máscaras de gas. En el libro de los hermanos Banu Musa también nos encontramos con el primitivo diseño de un cigüeñal, cinco siglos antes de la primera descripción de un objeto similar en Europa.
No obstante, hay un invento de los tres hermanos que Johnson destaca por encima de todos los demás: «El instrumento que se toca solo», un artefacto, dicen los hermanos, «cuya música suena continuamente, la melodía que queramos, a veces lenta, a veces rápida,y capacitado para pasar de una melodía a otra cuando queramos». Un órgano hidráulico, de entre cuya multitud de piezas destaca un cilindro con pequeños «dientes distribuidos de forma irregular por su superficie» que, gracias a la constante rotación del tambor, abren o cierran los tubos del órgano.
Este invento — que no se encuentra en el libro sino que forma parte de su propio tratado, El libro del órgano, escrito por Ahmad, uno de los hermanos — es para Johnson una revolución mucho mayor que cualquier automatismo que hubieran podido desarrollar previamente. «Los humanos llevan intentando crear máquinas parecidas a sí mismos desde los tiempos de Platón», escribe, «solo para acabar siempre atrapadas en las mismas rutinas. Pero el ‘instrumento’ no estaba constreñido; uno podía imaginar la música que quisiera y ordenarle que produjera nuevos patrones sonoros. El ‘instrumento’ estaba dotado de una propiedad de un nivel superior: era programable«.
Existe una reproducción limitada del instrumento, creada para la exposición El autómata de Alá.
Archive.org tiene los dos libros a vuestra disposición.
El libro de dispositivos ingeniosos – aquí el enlace, con opciones de descarga en formatos .epub, pdf, kindle o texto completo.
El libro del conocimiento de los mecanismos ingeniosos – aquí el enlace. Mismos formatos.